Este artículo es para ti que ya has leído todo, te has visto todos los videos, has tomado talleres, has visitado cuanto nutricionista te han recomendado, le das a consejos a todo el mundo sobre cuál es la mejor forma de comer...pero que contigo misma no te resulta.
Eres una mujer inteligente, realmente sabes mucho.
Seguramente en el trabajo te va excelente, en el colegio fuiste la mejor, en la universidad también te fue bien... ¿por qué no te resulta comer saludable si sabes que es lo mejor para ti?
Es obvio, te has contado el cuento de "me falta voluntad" porque pareciera que no existe otra explicación y por supuesto, es la respuesta que nos vende la cultura de la dieta para seguir creando dependencia.
Fíjate en esta manipulación:
- Te bombardean de mensajes de que el "cuerpo de verano", que el detox de primavera, que los vestidos de fiesta para los eventos de fin de año y todo eso.
- Te venden una dieta, un programa de ejercicios, una cirugía o cualquier solución rápida, apelando a la urgencia de resolverlo cuanto antes porque sino te pasará lo peor que te podría pasar en el mundo: estar gorda.
- Lo intentas, lo haces una y otra vez, pero te resulta un ratito y luego vuelves a lo de siempre: el antojo, el picoteo, los atracones, el estrés, que las salidas, los cumpleaños, la flojera de cocinarte.
- Te dicen que si no te resulta y si recuperas el peso es tu exclusiva responsabilidad (no excuses dicen algunos). Así que debes volver a intentarlo, pero con más fuerza, poniendo todo de ti y más.
- Esto te debilita: te sientes incapaz, frustrada, te fallas a ti misma ¿por qué te haces este daño? ¿y si terminas no solo gorda sino también enferma, sola y sin trabajo? porque claro, el fantasma se instala todo junto.
- Como te sientes incapaz de lograrlo, redoblas los esfuerzos y compras más productos, más asesorías otra cirugía (no sabes cuántas mujeres conozco con más de una cirugía bariátrica en el cuerpo).
- En algún momento algo resulta y vienen los elogios "que estás flaca, que estás linda, algo te hiciste, cuenta el secreto". El ego vuelve a pararse, por un momento la autoestima respira aliviada. Pero sólo por un momento, porque luego viene el miedo a perder logrado ¿y ahora cómo haces para mantenerlo?
Y así, un día sin darte cuenta te volviste dependiente de la cultura de la dieta.
Dependiente de sus soluciones, de sus elogios y sus críticas.
Dependiente de la opinión ajena, ya sea del médico, la amiga o la vecina. En el fondo de tu corazón, no hay diferencia.
Aquí tenemos la primera pista de por qué no te resulta: mientras más dentro de la cultura de la dieta estés, menos poder personal te queda.
No hablo de fuerza de voluntad entendida como hiper control de lo instintivo.
Hablo de poder personal: esa fuerza interna que te da la certeza de que te la puedes con esto y con lo otro. La tranquilidad de decidir por ti, en coherencia y sintiendo que es lo correcto para ti.
Si perdiste tu propia brújula de saber lo que es correcto para ti, lo que es coherente y se siente bien, ese vacío no lo va a llenar la teoría.
Porque la información es contradictoria, va y viene, depende del momento, de la fuente, de la moda, del que financia el estudio, etc.
Por eso para mí la alimentación consciente no tiene que ver con conciencia moral ("soy consciente si no como animales" por ejemplo), sino con recuperar la consciencia de ti misma en el proceso, de ti como ser humano que come, sueña, duele y siente al mismo tiempo.
Cuando te recuperas a ti misma, tu poder y tu consciencia, es que puedes hacer dialogar toda la información científica que almacenas, con tu propia experiencia y con tu intuición.
Porque hay una trampa en todo esto y es creer que "lo correcto para ti" viene dado sólo por el conocimiento, como si fuese una respuesta única y objetiva que sólo la mente te puede dar.
Entonces más te esfuerzas por llenarte más de conocimiento, porque además alimenta la ilusión del control: crees fielmente que realmente estás haciendo algo bueno por ti mientras aprendes y aprendes con la mente, tratando de callar tu corazón, tu cuerpo y tu intuición.
Claro, porque todo eso se asemeja a lo instintivo que tradicionalmente la fuerza de voluntad quiere controlar. Y como te enseñaron que lo que te falta es voluntad (o sea control), entonces mientras menos te escuches crees que es mejor.
Es como cuando te decían "si sientes hambre, engaña a tu mente y a tu cuerpo" y ahí estabas tú llenándote de agua, comiendo chicle, caminando a la fuerza mientras te convencías que no era la hora de comer todavía.
Sin embargo, mientras más alimentas esa ilusión de control a través de la mente, más te alejas de tu propia brújula, esa sabiduría interna que te conecta con lo que te hace bien a ti y a nadie más que ti, a tu manera, en tu mundo.
A estas alturas de la reflexión aparece un nuevo miedo: la desconfianza en esa sabiduría.
Como si tu brújula interna fuese menos competente que todo lo que sabes, que todo lo que te pueden decir los expertos, que todo lo que avala la supuesta ciencia oficial, la OMS y demases.
Ese miedo no significa que de verdad tu brújula interna no sea competente, sino que el estar tantos años dependiente de la cultura de la dieta, perdiendo poder personal año tras año desde la infancia! hace que no confíes en esta habilidad que no has puesto en práctica.
Porque eso es: una habilidad que no has puesto en práctica la suficiente cantidad de veces como para sentirte segura.
Para que vayamos recapitulando, ya hemos visto tres claves importantes de por qué no te resulta poner en práctica todo lo que sabes de nutrición en tu propia vida:
Te has vuelto dependiente de la cultura de la dieta, alejándote de tu poder personal.
Has creído que hacer lo correcto para ti, para tu cuerpo y tu salud es una idea mental objetiva y única, que se aprende sólo con el conocimiento.
Desconfías de tu propia brújula interna o sabiduría inherente a tu cuerpo y a tu consciencia, porque no las ejercitado lo suficiente (la cultura de la dieta otra vez).
Y voy a agregar una cuarta: la relación con la comida.
Cuando te aferras al conocimiento, a que sabes lo que es mejor comer porque es más saludable, más nutritivo o te ayudará a bajar de peso, te fijas sólo en como cambiar LO que comes y se te olvida que también existe un CÓMO comes.
El "cómo" es la relación que tienes con la comida. Que no es otra cosa que el reflejo de la relación que tienes contigo misma y con el mundo (algo simple).
La comida simboliza afectos, cultura, tiene una historia no sólo para ti, también la tiene en tu familia a través de las generaciones, tiene que ver con los traumas, con los roles de género, con la relación con la madre en todo el transgeneracional, con el contexto social, económico y político en el que naciste, con tus propios significados, entre un largo etc.
No es lo mismo querer hacer dieta cuando vienes de una familia que pasó carencias económicas, donde hubo ancestros que se vinieron escapando de la guerra en un país lejano, o donde han habido abusos sexuales y la relación con el cuerpo es complicada, o cuando todos en la familia han tenido obesidad, diabetes o han muerto de enfermedades relacionadas de alguna manera con el estilo de vida, o donde tu padre le fue infiel a tu madre "por gorda".
Cada historia tiene su propia carga y te aseguro que en ninguna parte de toda la información que manejas acerca de lo que supuestamente "es correcto para ti", aparece esto.
Seguramente ya te estás haciendo la pregunta ¿y ahora qué hago con esto? ¿cómo lo cambio?
Este es el camino de comer en PAZ.
Se trata de crear un puente entre esta realidad y aquella donde eres una persona que confía en su sabiduría innata, que toma decisiones coherentes, vive de manera equilibrada y se cuida sin que la comida sea un tema, porque se conoce y se cuida con amor.
Conectar contigo de manera gentil, honesta y profunda, conocerte y estar en paz con tu historia, cuidar tus emociones, tu cuerpo y tu energía y que todo eso se refleje de manera natural en tu relación con la comida y en las decisiones alimentarias que tomas a lo largo del día, como un estilo de vida permanente en el tiempo, es algo que se construye.
Es un camino, es un proceso que tiene etapas, tiempos y una estructura para facilitar este camino, porque puede ser tanto...que al final no hagas nada.
Y cuando eso pase, ya podrás soltar las técnicas, volverte flexible y decidir en coherencia, momento a momento.
El camino de comer en paz es un viaje de autoconocimiento, de autodescubrimiento y reconciliación. Porque desde ahí surge la paz, la tranquilidad y la sabiduría para alimentarte y vivir en coherencia, en equilibrio y libertad al mismo tiempo.
Te lo mereces.
¿Quieres que te ayude con esto? juntémonos a conversar.
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